quarta-feira, 1 de agosto de 2012

EXPERIÊNCIA REPÚBLICA DOMINICANA

Santo Domingo, 31 de Julio de 2012.


Una inquietud del alma, del corazón, del espíritu me llevó a salir, ir en la búsqueda, salir del trayecto de cada día. Así que acogí una invitación, expuse a quien de derecho lo que sentía motivada a hacer y, a los 03 de junio de 2012, en buena compañía de las hermanas: Terezinha Sotopietra y Tereza Albanez, llegamos al Aeropuerto de Santo Domingo. Nos alegramos con la presencia de las hermanas: Cecilia Mensor (Cissa) y Alzineide Pereira de Souza que nos esperaban con el señor Domingo. En casa nos aguardaban María Luz Suero Taveras y Raquel Narciso. Abrazos, alegrías, muchos saludos, recuerdos, regalos...

En la primera semana vivimos la preparación para la consagración de María Luz. Todo lo salió bien, de eso ya hablaran las hermanas y el pueblo. Quiero reflexionar aquí la experiencia de encontrar un pueblo con una manera diferente de concebir el cotidiano. Encontré acá un pueblo muy religioso. "Dios mío" es la expresión que más escuché en la boca de niños/as, jóvenes, adultos y personas mayores. Es un pueblo que pone en Dios su referencia. Lo sentí como un pueblo que tuvo una experiencia de las comunidades eclesiales de base y que aún hoy se puede sentir señales de eso.

El hablar en la iglesia, la participación y protagonismo de los laicos, las oraciones espontaneas que uno hace, los símbolos y cartazos en la iglesia, los cantos, la preocupación por lo comunitario, la acogida de unos para con otros, el deseo de cambiar la sociedad y construir una sociedad democrática y solidaria. Es como volver a los años 75-95 (en el interior de Bahía donde yo viví).



Pero veo que no son mucha gente. Son los creyentes, los que viven de la fuerza de la fe. Un resto del pueblo de Israel. Me llena una certeza: Dios no abandona su pueblo, Dios está con nosotros/as. República Dominicana lucha para no sucumbir con la avalancha de la globalización. Las propagandas en TV lo anuncian: "Juntos, la República Dominicana es la suma de todos." A veces, tengo la impresión que la fuente del pueblo sigue paralela a los que piensan construir la historia y toman las decisiones sin huir el pueblo, al contrario, deciden lo que no es bueno para el pueblo. Pero, todos caminamos en el mismo rio. El rio de la historia sigue su trayectoria sin quedarse y sin volver atrás. Me pregunté muchas veces, ¿Cómo es que uno puede vivir lo más primitivo e lo más moderno, todo en uno tiempo? Aún más me cuestioné cuando fue a Haití. ¿Que se pasa con ese pueblo, tan pobre al punto de no siempre comer una vez al día y "lo que comer hoy" es la búsqueda principal? ¿Será un pueblo empobrecido (en sentido de despojado) entregue a su propia suerte? Pero no todos viven así. Hay personas muy ricas en Haití, con sus casas amplias, con sus carros fuertes, sin parecer importarse con lo que se pasa con sus hermanos/as, gente de su pueblo, herencia de sus ancestrales. Me pareció una sociedad carente de lo común, de lo público, de los bienes a servicio de todos. Pero lo que vi es muy poco para hacer cualquiera juicio de ellos. Entonces quiero hablar solo lo que yo vi y sentí.



En Haití vi las hermanas brasileñas haciendo lo que pueden, es un entregarse a cada día en las manos de Dios: al salir a las calles, al hablar con el pueblo, al llorar con ellos, al sentir sus dolores, al sufrir con sus sufrimientos. Lo que más me impresionó fue el sufrimiento de los niños/as, los últimos en las colas de las necesidades humanas. Sé que no he comprendido todo, me quedo sin palabras.



Las hermanas en Santo Domingo viven cerca la iglesia Nuestra Señora de Altagracia. La convivencia fraterna con las hermanas Cissa y Maria Luz me ha enseñado muchas cosas. Es un vivir muy sencillo, austero, fraterno y alegre, centrado en lo principal que es la misión. Me sentí muy acogida, en mi segunda casa. Las hermanas Cissa y Maria Luz son muy conocidas y queridas por la gente.



Muchos las saludan en las calles, las abrasan, preguntan como están, se acuerdan también de las que ya vivieron acá, muy especialmente de la hermana Filomena. Las hermanas son muy dedicadas en todo lo que hacen. Asumen la animación de la vida cristiana en la parroquia y en los sectores, la pastoral juvenil, pastoral vocacional, pastoral de los migrantes (haitianos)... Eso es todo: son presencia apasionada y testigo del amor de Dios por la humanidad, por los más pobres, por los que esperan la llegada del Reino de Dios. Hna. Cissa actúa también en la promoción humana entre los niños, jóvenes y adultos como es el curso de español para haitianos e de kreyól para dominicanos para favorecer el intercambio cultural y la comunicación de eses pueblos hermanos. Hna. Maria Luz impulsada pela opción de Seguimiento a Jesucristo en la vida consagrada, ahora inserida en el cotidiano suyo, enfrenta el examen para ingres en la universidad con esfuerzo y dedicación, con esperanza de obtener éxito. Es un ejemplo para los jóvenes de su edad para que no desistan de realizar sus sueños, también para los niños e especialmente para las vocacionadas.



Junto con las hermanas de acá hago la experiencia de vivir la vida cotidiana muy sencilla. Así es que participé del vivir de la comunidad (misas, encuentros, curso de Krèyòl), algunas veces fue con la señora Fiume a la asamblea familiar del sector 7.



El barrio de Altagracia tiene alguna semejanza con las periferias de Salvador, BA. La vida y la salud en aquellos caminos, escalones, callejones, "becos", viviendas parece muy amenazada pela insalubridad y pobreza. Pero, las personas son muy simpáticas, acogedoras, sencillas, sonrientes. Es un pueblo que mucho se abraza, se acoge, pregunta como uno se siente y desea la paz y el bien. Me sentí muy acogida. Hay liderazgos laicos, mujeres y hombres que estimulan a uno, dan ayudan a otro, invitan a "apegarse" con Dios.



El 21 de Julio tomé la Guagua hacia la ciudad de Pedro Santana. El viaje fue tranquila, me puse a mirar las paisajes, los pueblitos, las personas que adentraban y salían de la Guagua, la manera de ellos tratar un al otro. En Pedro Santana las hermanas Gracia Viel, CF, Alzineide Pereira de Souza y Antonia Maria de Jesus, FFDP, me esperaban con calurosa acogida y una comida especial. Por la tarde fuimos a misa en la iglesia. Pedro Santana es una ciudad pequeña, ben arreglada, limpia, muy tranquilla, donde todos se conocen. Lo cotidiano también es así, muy sencillo, pocas personas en la calle, no mucho trabajo, algunos quehaceres. Las hermanas trabajan mucho. La mañana empieza temprano, todos los días hay oración en la iglesia junto con el pueblo por la mañana o por la tarde como los primeros cristianos. Muchos días en casi todas las semana van a los pueblitos y a las lomas (montanhas) sea para la evangelización, sea para las enseñanzas y animación de los trabajos en los conucos comunitarios donde los pueblos plantan y cosechan hortalizas y frutales. El viaje es de Guagua, a caballo o a pie, pues las carreteras son muy precarias. Hay que atravesar ríos sin puentes y muchas otras peripecias. Las hermanas son muy queridas y respetadas por el pueblo, son signo de la presencia de Dios, un Dios muy encargado de su pueblo, un Dios que sigue creando la vida, que se importa con el desarrollo de su gente. Muy sensibilidad con lo que uno pasa. No hay cansancio, no hay dificultad que les quite la firmeza de seguir donándose, es una dedicación intensa para lograr que el pueblo tenga una vida digna, pueda obtener el goce de sus derechos humanos. Me siento muy agradecida.



Las hermanas hicieron todo lo que pudieron para que me sintiera bien, compartirán mucho de sus vidas, sus trabajos y alegrías. Hasta me llevaron a la cueva de San Francisco en un cierro, donde, según un dicho del pueblo nació San Francisco.

Muchas gracias, Señor por la naturaleza que me habló de Ti y yo te miré sin palabras. ¡Gracias hermanas! El vivir en vuestra fraternidad es sencillo, pero muy alegre, terno y sereno. Las quiero mucho. Ya las estoy extrañando, me sentí muy bien aquí. ¡Muchas, muchas, muchas gracias! Al fin de esa experiencia, agradezco mucho a Dios por todo lo que viví y me pregunto: ¿Cómo estoy en mi búsqueda? ¿Lo que siento? Siento que estoy viviendo una utopía. Continúo mi búsqueda profunda, lo que me cerca adentro. En ese tiempo, en ese hogar, La Divina Ruah quiere generar su presencia en mí. Ser su corazón más que su boca. Agradezco a las Provincias San Francisco y Santa Clara por esa oportunidad y a mi fraternidad de Feira de Santana BA que mucho me incentivó a hacer esa experiencia de convivencia y conocimiento de nueva cultura. Me siento muy agradecida a las hermanas Cissa y María Luz que fueran en ese tiempo mis compañeras y hermanas, por todo lo que hicieron por mí. Agradezco a las hermanas Gracia, Antonia y Alzineide que me acogerán con tan generosidad y abertura. A las hermanas Maria Dalvani, Marcelina, Iolanda, Maria Aparecida y Vera Lucia, de Haití, que me permitieran conocer eses hogares con sus pueblos y modos de vivir. Agradezco a Ana Vargas por esa amistad tan bonita, a Dulce, Fiume, Ramona, Domingos, Hermes y tantas personas que me acogerán, abrasaran, me quisieran bien. Todas y todos llevaré en mi corazón. ¡Paz y Bien! Iria Minosso









Nenhum comentário:

Postar um comentário

Quem sou eu

Minha foto
Uma irmandade chamada Provincia São Francisco de Assis. Um grupo de 105 mulheres de várias etnias e regiões desse país chamado Brasil. Estão presentes em vários países desse globo. Tem como opção de vida seguir Jesus Cristo ....

Seguidores

Arquivo do blog