Autoras: Hermanas Thereza
Makowska y Dulcemari Ruviaro.
Fecha: 30/09/2013
País: Chile
Ciudad: Santiago.
“Padre nuestro, que estás en los cielos” Mt 6, 9-13.
Nuestro deseo es profundizar el carisma con la oración del padre
nuestro. Tomamos para esta camino ‘’seguir a Jesucristo, asumiendo su vida y
misión profética, como franciscanas insertas entre los pobres, en el servicio
de la educación y catequesis, mirando hacia la construcción del Reino de
Dios(Forma de Vida de la Congregación de las Hermanas Catequistas Franciscanas
p.06)’’.
Introducción.
A Ti, oh Dios te alabamos. Es como decirle: Padre nuestro,
muchas, muchísimas gracias por tantas cosas que has realizado en la historia de
nuestra vida misionera en tierras chilenas.
Hoy queremos agradecer y proyectar el futuro de nuestra misión ad
gentes en tierras chilenas, desde lo profundo de la persona de Cristo, el
Señor, quien, a pedido de sus discípulos, les enseñó a orar, desde su propia
experiencia divina y humana. Hacemos oración con el relato del evangelista
Mateo, cuando describe la oración del Padre nuestro, nacida del corazón del
Maestro para que la tengan como propia los hombres y mujeres que viven
siguiéndolo.
Esta oración ha sido y es para millones de chilenos y chilenas un
patrimonio espiritual y social, que nos ha enriquecido desde nuestra niñez,
desde el regazo de nuestras madres y en el ambiente de nuestras familias e
iglesias. Detenerse con sencillez y humildad en algunos aspectos de esta
oración del Señor, que da a Chile este espacio de inserción misionera para
nosotras como franciscanas; nos hace memoria de nuestra fe que traemos como
herencia de nuestras familias y que en estés espacios de bellas cordillera y
mucho frio tiene una riqueza con profundidad
espiritual y social.
1.- Padre nuestro.
Jesús enseña a sus discípulos que llamen a Dios Abba, que equivale
a decirle “papá, o papi”, en un tono de amor, confianza, seguridad, ternura.
Este tipo de relación con el Dios de la vida cambia todo el esquema de nuestra
existencia. Creer y amar a Dios como Padre, nos pone en caminos de amor y confianza
y de una nueva relación con los demás.
Pero no es sólo Padre mío, sino “nuestro,” es decir, Él tiene una
gran familia, formada por hombres y mujeres, de diversas razas, culturas,
lugares del planeta, con derechos y obligaciones. Esta realidad no obliga a
revisar nuestras actitudes de justicia, de derecho y de paz para con los otros
hijos e hijas deDios, nuestros hermanos y hermanas. Ahora bien: ser un
verdadero hijo o hija de Dios compromete, no sólo la profundidad de mi
conciencia, en el templo o en la casa, sino la totalidad de mis criterios y
comportamientos, en todas partes y en todas las circunstancias de la vida
personal y social.
Aprendemos a crecer en la dimensión de la simplicidad en la vida
diaria a través de la búsqueda de
nuestro auto sustentó siendo presencia neste sector pobre de Santiago (Tupungato-Pudahuel
Sur).
2.- Que estás en el cielo.
Esta expresión no indica un lugar sino un modo de ser y de
relacionarse. En efecto, Dios está más allá y por encima de todo, por su
majestad, por su santidad y su entrañable bondad, porque está en el corazón de
cada persona que se esfuerza por vivir dignamente, en su vida privada o
pública. Pero además esta expresión, el cielo, indica la verdadera y definitiva
patria, hacia la que vamos peregrinando por los caminos o situaciones de esta
vida. Nos pone como fraternidad insertas con la vida de las personas con su
historia socioeconómica, religiosa y cultural. Nuestros sentimientos son de
misericordia, humildad, paz, esperanza, ternura, silencio delante de tantos
dolores familiares y sociales, perdón y sanación, de conversión personal y comunitaria.
Es la verdadera vivencia de la encarnación.
3. Santificado sea tu Nombre.
Santificar el Nombre de Dios significa reconocer a Dios como el
Santo, el que es perfecto, el que da profundo sentido y calidad a la vida
humana. Esto significa que una persona, cualquiera que ella sea, puede
santificar en Nombre de Dios en su vida de cada día, en medio de sus relaciones
sociales o laborales, en su capacidad para comunicarse con los demás y para
crear belleza.
Hay una especial referencia a esta santidad de Dios cuando somos
capaces de humanizar la sociedad y de darle un ambiente de calidez, de diálogo
y de sana alegría en lo que son las relaciones familiares laborales, sociales.
Con las comunidades cristianas hacemos experiencia de comunión y crecimiento en
la fe, en el acompañamiento de los
grupos ,luego, acontece en nuestro corazón la experiencia de renovación de nuestra
presencia en la catequesis y educación mirando la construcción de un Reino de
Dios donde la Vida este en primer plan.
Para Jesús la santidad de la vida diaria de los hombres y mujeres
que le siguen como discípulos es “sal de la tierra y luz del mundo,” (Mt 5,
13-16), a pesar de las dificultades y problemas de cada tiempo y cultura.
4.- Venga a nosotros tu Reino.
La Iglesia con frecuencia
invoca la venida del Reino de Dios al final de los tiempos, mediante el retorno
glorioso de Cristo. Pero también los creyentes oramos y deseamos que este Reino
de Dios crezca ya desde ahora en la vida del mundo. En la dignidad de la vida
personal y familiar, en una actividad política dialogante y sin intereses
mezquinos, en una política económica que valora el trabajo en su alta dignidad y
con la justa remuneración, hay ya un tipo de experiencia del Reino de Dios en
la vida cotidiana.
5.- Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
La voluntad de Dios es que todos se salven (1 Tim 2,4) y que todos
vivamos con la dignidad y la plenitud de amor y respeto que hacen de una
sociedad una “gran familia”. Para esto Dios se ha hecho uno de nosotros, ha
puesto su casa en nuestro barrio, gracias a la humilde cooperación de una
humilde mujer judía, María de Nazareth. ¿Por qué no pedirle a Él, en días como
éstos, que sepamos unir nuestra voluntad, nuestros planes y proyectos a los
suyos, para que hagamos posible un tipo de país justo, fraterno, en que más
allá de nuestras normales diferencias, podamos diseñar un proyecto común de
país? Esto significa potenciar el amor del hombre y la mujer en la formación de
su familia, respetar la vida humana desde su inicio en el útero materno hasta
el momento final de su partida.
Es un verdadero desafío buscar un tipo de educación de calidad
integral y comprometida con verdaderos valores, que no consiste precisamente en
prepararnos para “tener más cosas o más dinero” sino en ser más personas,
mejores ciudadanos, capaces de hacer un mejor país con una mejor sociedad.
Nos sentimos haciendo esta postura trabajando con educación con
jóvenes carentes de valores humanos, espirituales y profesionales. Somos
esperanzas de nuevos sueños, de vida
digna a las familias de los sectores más pobres de Santiago. Caminamos siempre
por las calles días y noches con el corazón feliz por sentir que los espacios
de comunión proporcionados por la Iglesia, clubes, deportivos, colegios,
plazas, comunidades cristianas de base, asociaciones de moradores,…son
encuentros de alegría, trabajo y nuevas relaciones. Para los que recibimos el
regalo de la fe en un Dios Uno y Trino, ahí esta siempre pendiente la tarea ser buenos discípulos
de Jesús en todos los ámbitos de la vida humana, como la familia y el trabajo,
la ciencia y la técnica, el deporte y el uso del tiempo libre.
6.- Danos hoy nuestro pan de cada día.
Sabiendo que Dios es Padre bondadoso, atento a las necesidades de
su familia, vivimos con confianza en su gran misericordia. Pero como seres
humanos nos corresponde organizarnos y poner cada uno de su parte, gobernantes
y gobernados, trabajadores, empresarios y profesionales, a fin de que en la sociedad
haya lo necesario para realizar el proyecto de una vida humana digna, serena y
amigable.Y es muy importante que, sabiendo actuar debidamente, la justicia y la
paz solidaria de nuestra organización social permitan que la abundancia de unos
pueda cubrir las necesidades de otros.
Pero no hay que olvidar que “no sólo de pan vive el hombre sino de
todo lo que sale de la boca de Dios”(Mt 4,4), lo que significa que hay que
estar también atentos a las necesidades de la vida cristiana, de un sano
descanso y de vida familiar.
7.- Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden.
En primer lugar hay que decir que para Jesús la iniciativa de
pedir perdón a Dios nace del humildad e reconocimiento de que hemos caído, pero
a la vez viene de la fe en un Dios que es misericordioso y nos da su perdón. En
segundo lugar está el hecho de que sabiamente Jesús nos enseña que nuestra
petición de perdón será atendida con tal de que nosotros antes hayamos
perdonado a quien nos ofendió. Acabamos de recordar un hecho doloroso en la
historia Chile, que ha dejado una marca profunda en la memoria nacional.
Hace cuarenta años se produjo un violento quiebre en la democracia
chilena, que trajo situaciones de injusticia, atropellos y violencia contra la
vida humana. Al mismo tiempo que ha causado grandes y profundas heridas, está la
posibilidad de que pueden habernos cerrado el corazón para ofrecer perdón a los
culpables. Necesitamos llegar a un acuerdo de corazón, en términos de justicia
y de perdón, lo que nos obliga a discernir nuestro momento presente para
recomponer el tejido de relaciones entre los que somos parte de un país de
hermanos y hermanas.
En este delicado asunto siempre es bueno preguntarse qué estamos
aprendiendo del pueblo sufrido. Una cosa podría ser la de haber aprendido a ser
más sensibles al valor de la vida humana. El dolor de perder seres queridos,
desaparecidos o no, ha pasado a ser un valor adquirido que nos ha hecho
madurar. Otro avance es llegar a darnos cuenta de que con los derechos humanos
no se puede ni debe jugar. Recordar todos sensatamente lo que pasó el 11 de
septiembre de 1973 es el mejor remedio para que esto no vuelva a suceder nunca
más. Finalmente creemos que vale la pena indicar que lo vivido y lo sufrido nos
puede ayudar a buscar toda la verdad y a resolver el diálogo entre la memoria
de los hechos y la historia de los acontecimientos. Siempre la historia vivida
será maestra para la vida de los pueblos.
Para los creyentes cabe la esperanza de que el Dios que resucitó a
Jesucristo de entre los muertos nos ayude a chilenos y chilenas a ponernos de
pie, a pedirnos y darnos el perdón, con la mirada hacia el futuro, tras la
búsqueda de un proyecto común “con pan, respeto y alegría para todos”.
8.- No nos dejes caer en la tentación.
Con estas palabras nosotros, que somos tan débiles y necesitados
de ayuda, le pedimos que no nos deje solos y a merced de las tan diversas
situaciones de la vida. Especialmente le pedimos que sepamos distinguir entre
lo que son las pruebas, las que nos pueden hacer crecer en el bien, y lo
que son las tentaciones, que nos llevan al pecado y a la muerte interior
del corazón. Frente a las tantas tentaciones nuestras, del poder, del tener,
del placer y del aparentar, nos anima saber que Jesús ha vencido estas tentaciones
y nos garantiza que también nosotros podemos vencerlas con su ayuda y con
nuestra responsabilidad.
8.- Y líbranos del mal.
El mal designa aquí, según el lenguaje de la fe de la Iglesia, la persona de
Satanás, que se opone decididamente a Dios, origen de todo Bien. Cristo ya
alcanzó la victoria sobre el mal, pero nos queda a nosotros nuestra propia
tarea de cada día, vencer el mal, a veces tan fuertemente presente aunque maquillado y seductor.
Nos ponemos a pensar dónde está el mal hoy en nuestra sociedad y
tal vez nos llevamos sorpresas. El poder que corrompe, la violencia inhumana,
el erotismo que profana cosificando el amor, el narcotráfico que pervierte, el
lucro que nos hace insaciablemente codiciosos, la loca voracidad que destruye
el medioambiente, la frivolidad que quita dignidad a la persona y la
familia.
Nosotros oramos para que cada persona, cada familia humana, nuestras
autoridades y parlamentarios, cada uno de nosotros, seamos liberados de su
poder y de sus obras. De todo esto aguardamos el regalo de la paz y la sana
convivencia, y mantenernos así esperando el retorno de Cristo Señor y vencedor
de toda maldad. Él nos llevará a la situación gloriosa de una vida pura,
hermosa y definitiva de encuentro con Dios y con una humanidad nueva y
transfigurada para siempre.
9.- Amén.
La última palabra que cierra la oración de Jesús es Amén. De
origen semítico, los pueblos de Oriente han usado esta palabra para dar
aprobación o reafirmar lo que dicen o creen. Es expresar que una persona o asamblea
tiene por verdadero lo que acaba de decir, estando de acuerdo y seguros en lo
que oclamamos y oramos.
Por esto decirle a Dios Amén en una celebración de la vida
misionera en tierras chilenas es
expresar que toda nuestra existencia en sí misma, en la casa, en el trabajo, en
la política, en el deporte, el arte y el mundo de las comunicaciones, quieren
manifestar de manera decidida, nuestro acuerdo con el proyecto salvador lo de
Dios en la historia humana de cada día.
Conclusión.
Teniendo a la vista la dramática situación que se vive en tantas
partes del mundo, y asomándonos a las próximas elecciones presidenciales y
parlamentarias en Chile, concluimos citando al Papa Francisco que nos ha dicho,
en la reciente vigilia de oración por la paz: “Hermanos y hermanas, perdón,
diálogo, reconciliación son las palabras de la paz: en la amada nación
siria, en Oriente Medio, en todo el mundo. Recemos por la reconciliación y por
la paz, contribuyamos a la reconciliación y a la paz, y convirtámonos todos, en
cualquier lugar donde nos encontremos, en hombres y mujeres de reconciliación y
de paz. Así sea.”
La hermosa y significativa oración del Señor Jesús, el Padre
nuestro, nos fortalezca para esta grandiosa tarea, acompañados por la especial
presencia de María del Carmen, Madre y Protectora de Chile, San Francisco de Asís,
Santa Clara y de nuestros santos chilenos Alberto Hurtado y Teresa de los Andes.
‘’Y
todo el que guarde estas cosas, sea
colmado en el cielo de
la bendición del altísimo Padre, y sea colmado en la tierra de la bendición de su
amado Hijo, con el Santísimo Espíritu
Paráclito...’’(Test.40).